PAGAR POR PASAR MIEDO

Llevo bastante tiempo convencido de que algunos de los más peligrosos psicópatas (especialmente americanos) están metidos en el mundo del cine como guionistas y directores. A tenor de la carnicería de sus películas, no me cabe la menor duda. Cierto es que algunos de ellos tienen unos buenos discípulos en el mundo de la televisión (de los telediarios, sobre todo) pero donde se ponga un buen original que se quite una mala copia. ¿Por qué no catalogan esas asquerosas películas llenas de sangre, muerte y babas de cine Z y las proyectan en la trastienda de los estercoleros municipales? ¿Por qué no corren a hachazos –de goma- a tipos que se dedican a filmar cómo una bala destroza un cerebro o cómo se parte un cuerpo humano? ¿Cómo se puede disfrutar viendo descuartizar y asesinar a seres humanos, aunque sea en las mentirillillas del cinema, sin más objetivo que “pasar un rato divertido”? ¿Por qué, al espectador de este tipo de películas, en vez de palomitas no le venden sesos rebozados e higadillos a la crema, todo acompañado de un buen vaso de sangre calentita de vampiro ibérico de bellota? ¿Y por qué no elevan la emoción sangrienta de la película haciendo que en medio de la proyección aparezca por el lateral del escenario un psicópata de los de verdad disparando a troce y moche para que la emoción suba así muchos enteros? Hay gente a la que nunca entenderé: a los que fabrican engendros sangrientos llamándolos "películas" (¿séptimo arte?) y a los que acuden a ver semejantes marranadas, disfrutan con ellas y, encima, pasan por taquilla sin protestar.