EL BOCHORNO DE LA ASOCIACIÓN DEL RIFLE

Cada vez que se produce un repugnante asesinato múltiple en los USA (cosa, por otra parte, nada inhabitual) aflora allí el eterno debate entre los partidarios de la venta de armas tal como si fueran golosinas y los detractores de ello. Las razones de éstos últimos las entendemos en la vieja y jubilada Europa pues miles de años de guerras y matanzas nos contemplan. O sea, que sabemos de qué va la cosa. Pero los aún adolescentes Estados Unidos muestran que –al menos en una parte mayoritaria de su población y dirigentes- andan todavía por el lejano Oeste. Son como niños, y como niños con menos cerebro que un celemín, dan argumentos tan peregrinos como éstos: “Lo único capaz de detener a un tipo malo con un arma es uno bueno con un arma”. Se lo escuché decir al vicepresidente de la Asociación Nacional del Rifle y a nadie se le ha ocurrido ponerle una camisa de fuerza. Pero alma de cántaro: ¡el meollo de la cuestión es que no existan millones de tipos malos con un arma! Sólo así será innecesario armar a los buenos. “Debería haber al menos un policía en cada escuela” —vomitó de nuevo el simplón. Siguiendo su lógica, la mejor solución sería que cada profesor fuese también un policía: dos por el precio de uno. Este impresentable, y no esos pobres inocentes que mueren a balazos de modo absurdo, merece caer abatido por las balas de un tipo malo con un arma. Así bebería de su propia medicina.