LA CONCEJALÍA DEL RIDÍCULO

La señora Colau, nueva y flamante alcaldesa de Barcelona, es cursi que te rilas. Basta escucharla dos minutos para darse cuenta que pertenece a esa subclase política que suple un mediocre bagaje intelectual con una sopa de letras y frases hechas recién salidas del horno. Lo más cursi y majadero que han visto mis ojillos de carcamal casi sexagenario en el mundejo porquerizado de la política reciente es la creación de una concejalía en su Ayuntamiento bajo el rimbombante (y ridículo) nombre de Concejalía del Ciclo de Vida, Feminismos y LGTBI. Con un par. La edil Laura Pérez, de Podemos, será quien tenga el honor de llevar adelante semejante galimatías. A doña Ada (o Hada, para algunos creyentes de la nada), todo lo que sean mayorías le interesa muy poco, empezando porque le ha votado una inmensa minoría para el Ayuntamiento. Es la alcaldesa de las minorías y o mucho me equivoco o acabará reduciendo Barcelona a una ciudad menor. Mi duda existencial por ahora es si yo estoy representado en la concejalía de la señorita Pepis (perdón, Pérez). Soy heterosexual, adulto tirando a mayor, aborrezco todos los ismos y no creo en la reencarnación ni en el eterno retorno que parece sugerir lo del Ciclo de Vida. ¿O debería decirse Ciclo de la vida? La ignorancia no tiene precio y será por eso que tanto presumen de ella algunos/as de los/as arribistas de la nueva/vieja política. Llegan sin el más mínimo sentido del ridículo.