DEPORTIVISMO E HIMNOS

Aludo por "deportivismo" a esa ideología entre cutre y banal que representa a la perfección el deporte de alta competición y profesional. (Nada que ver, obvio es, con la práctica aficionada del deporte, sea individual o colectiva). De entre todos los deportes, es el fútbol su mejor paradigma, el que arrastra lo más necio de la nueva ideología: millones de personas, cada una hija de su padre, madre y país, suspirando, temblando o despotricando ante la visión de un acontecimiento "planetario" como es una gran final, sea europea o mundial. Que en semejante pachanga se toquen los himnos de los países sonaría a pitorreo si no fuese porque el matrimonio nacionalismo-deporte hace muy buenas migas desde hace casi un siglo. Que en la última final de Copa casi todo un estadio se pitorreara del himno español es una simple bufonada protagonizada en un mundo futbolero donde el balón que rueda por el césped tiene más neuronas que cualquier jugador o espectador. En vez de rasgarse las vestiduras lo que habría que hacer es no poner jamás un himno nacional (a santo de qué viene) y sí los himnos de los equipos contendientes. Que la bufonada quede entre los bufones.