El tabaco se cobra unos 4 millones de vidas al año. Lo que llama la atención es que así como en las drogas ilegales suele atacarse a los traficantes, cuando se trata de las legales, como es el cigarrillo, se ignora a los fabricantes, anunciantes y trincones de impuestos para atacar casi exclusivamente a los usuarios. Estos tendrán parte de culpa en esa estupidez absurda de fumar, pero no son -desde luego- los únicos responsables. Como dice aquel, el tabaco es el único producto legal que si se toma con moderación (a diferencia del alcohol, por ejemplo), produce la muerte. Y es que una vez que se engancha uno al chupeteo o lametón del cigarrín, cuesta trabajo dejarlo. Lo dijo Mark Twain con su clásica ironía: "Dejar de fumar es fácil. Yo ya dejé como cien veces". Otros lo han dicho más a lo bruto: "Cigarrillo: fuego en una punta, un tonto en la otra, y un poco de tabaco en el medio".
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La hipocresía elevada a la enésima potencia. Eso es la política del tabaco que se practica en el mundo empresarial y político. Ande yo con la pasta de los fumadores y que se mueran cuando quieran...
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