Proclamo mi solidaridad con quienes no saben quien es Pablo Iglesias, con quienes confunden una sentencia judicial con una receta de la Seguridad Social, con los que cantan sin que nadie los escuche, con quienes siempre están en guerra consigo mismos, con los que ignoran a Messi y Ronaldo, con los bobos que sueñan con un futuro mejor, con quienes me llaman "eh, tú". Proclamo mi solidaridad a todos estos seres, hechos de carne y hueso, de anuncios publicitarios y de carne de vaca. A todos ellos quiero llevarles un mensaje de esperanza: esto no se queda así. Esto se hincha. Y cuando se hincha, explota. Y si explota aquí no se salva ni dios. O sea que, cuidadito con creerse tanta solidaridad que no está el bolsillo para muchos trotes, que una cosa es poner el morro para quedar bien, y otra muy distinta es hacer el gilipollas. Palabra de un alucinado.
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Pues yo reclamo el derecho a no tener principios ni finales.
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