La democracia es el sistema político menos malo de los que se conocen, pero todos podemos hacerlo más mejorable si pedimos lo posible: que quienes de manera circunstancial gobiernan la vida y hacienda del personal lo hagan siendo demócratas de cuerpo entero, por dentro y por fuera, antes, durante y después de las elecciones. Demócratas no de boquilla sino de hechos. La democracia sólo es posible respetando al ciudadano, tomándolo como un ser adulto y juicioso, sentando unas reglas de juego bien estrictas que impidan que los vividores, cínicos, cantamañanas, oportunistas, trileros y demás ralea, campen a sus anchas por nuestras pobres vidas y haciendas con nuestro dinero y con nuestra aquiescencia votera.
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Pese a la brevedad has dado en el clavo.
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