Blog personal crítico y variopinto (con música al fondo)

lunes, 30 de noviembre de 2015

ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO FÍSICO: BLA, BLA, BLA...


Dicen que en España cada día comemos peor, que somos uno de los países con mayores problemas de obesidad, que nuestra juventud practica menos ejercicio físico que un difunto… Vamos, que somos una calamidad en el tándem alimentación-ejercicio. Lo de la dieta mediterránea es pura imaginación virtual (carísima, por otra parte). Lo de mover el esqueleto es una vieja costumbre ahora pasada de moda. El vaso, pues, está medio vacío o vacío del todo y lleno de telarañas.

Nueve de cada diez progenitores defienden que sus hijos realicen ejercicio físico a diario y admiten que una alimentación saludable se consigue con una dieta equilibrada, pero una cosa es pensarlo y otra muy distinta el hacer que se haga realidad. Las estadísticas más optimistas afirman que una cuarta parte de los chaveas de este país andan fatal en asuntos alimentarios y físicos por culpa de los malos hábitos. Quizás el vaso tampoco esté medio lleno, como afirman estos padres de tan buenas intenciones.

Lo cierto, dejando a un lado vasos semivacíos o medio llenos, es que el sobrepeso y la obesidad infantil se notan demasiado en nuestras calles y plazas, lo que quiere decir que cuando el río suena… grasas lleva. ¿Cómo explicar que sabiendo como sabemos que el tipo de alimentación y la falta de práctica deportiva son nocivas para la salud, no nos apliquemos el cuento en la vida cotidiana, pasando a la acción? ¿Por qué pensamos una cosa y luego hacemos otra? ¿O por qué realizamos cosas negativas para nuestra salud si ya lo sabemos? ¿Masoquismo? ¿Pasotismo? ¿Idiotismo? Si la mayoría del personal ambulante pensamos que los niños deben hacer más actividad física, ¿por qué ni siquiera el 50 % de los chaveas entre seis y doce años realiza una hora de ejercicio al día? (Y eso que en esta hora se incluyen los paseos rutinarios). Demasiadas preguntas y una única respuesta clara: porque somos así de incongruentes, de contradictorios y de simples.

Hoy quería plantear esta cuestión con la crudeza en mí habitual. ¿No sería mejor hablar menos y hacer más? ¿Hemos perdido el norte y los otros tres puntos cardinales de manera que hasta los vegetales se alimentan y se mueven más que muchos humanoides pequeños y grandes? Francamente, estoy muy preocupado sobre este particular. Pero un momento que viene mi hijo a no sé qué cosa…
—Papi, anda, vamos al parque que tengo ganas de subirme a los columpios y luego pegarle patadas a la pelota…
—Pepito, dejémoslo para mañana porque ahora es que echan un partido de fútbol americano por el Movistar Pus.
—Pues cuando acabe, papi…
—Es que luego empieza por ParcaTV un partido de ping pong entre Chiquito de la Morería y el chinito Wuang Wueng Wuong…
—Pues aluego, papuchi, cuando acaben la partida…
—Es que a continuación empieza la final del campeonato de España de petanca y ahí juega un viejo amigo mío…
—Bueno, vale, pa. Después de comer bajamos…
—Verás, es que en Plastadeporte retransmiten una interesantísima partida de ajedrez del Torneo de Leningrado.
—Pero es que luego, padre, empezarán los partidos de fútbol… y entonces ya sí que no podrá ser…
—Ya sabes, soy un enamorado de la Premier, de las ligas italiana, argentina y alemana. Y como tengo que amortizar la cuota mensual del Pus… Además los partidos los echan en HD, hijo de mis entretelas…
—¿Entonces…?
—Verás, te he comprado un par de bolsas de patatas, tengo en el microondas un montón de palomitas esperándote, quiero que veas el nuevo juego que me he bajado de interné para la Play, luego llamaremos a Telepicha para que nos traiga dos pizzas tamaño familiar de sobrasada y queso con mortadela y tras darnos el atracón, mientras yo dedico la tarde a hacer deporte en el sofá, te he preparado una gran sorpresa: ¡la última peli de Disney, chocolate con churros y un saco de caramelos!

Con estos sabrosones planes, mi hijo Pepito se ha ido a guardar la pelota. Lo veo coger el camino de la puerta y, no sé, veo a este chico cada vez más gordo y fofo. Y es que no hace ejercicio alguno excepto ir andando al colegio.

Bueno, como les decía antes de la interrupción del niño: del dicho al hecho hay mucho trecho y si no damos una buena alimentación a los chaveas junto con una buena ración de deporte, al final acabará pagándolo su salud y la nuestra. Es increíble como un asunto tan claro y fácil no somos capaces de llevarlo a la práctica. Si es que no tenemos perdón…

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