Blog personal crítico y variopinto (con música al fondo)

martes, 18 de agosto de 2015

VODASTAR AL HABLA

(Este verano tuve un breve contencioso –que todavía no ha finalizado- con una famosa empresa de telecomunicaciones y otros tinglados, llamémosla VODASTAR, nombre que usted puede sustituir por el de su empresa favorita pues todas son iguales de facinerosas. El asunto era muy sencillo: darse de baja de la compañía por traslado de domicilio. El siguiente satiricuento es una pequeña venganza sobre la prepotencia, mezquindad y mala leche de las famosas telecos, se llamen comercialmente como se llamen).

Pititiclink!
En estos momentos nuestras señoritas y señoritos están muy ocupados echándose una siesta. Llame dentro de tres horas y media. Si lo prefiere permanezca a la escucha deleitándose con nuestros bellos discos dedicados.
¿Pueden ponerme el de Rascayú?
En estos momentos no podemos atender su petición, pero vuelva a llamar dentro de cinco horas y cuarto, por si acaso.
Como no tengo prisa seguiré al aparato.
¿Pero no le hemos dicho que nuestras azafatas y azafates están muy ocupados, pelmazo?
Es que me urge porque quiero darme de baja de su magnífica compañía…
Tómeselo con calma y filosofía, caballero. Le voy a poner un disco de relax mientras alguna azafata queda libre. Yo sólo soy un robot. Ah, está usted de suerte. Acaba de llegar una. Enhorabuena, chatín…

Entonces se cortó la comunicación. Vuelta a marcar el número de desatención al cliente y vuelta a oír las mismas gamberradas de siempre, que si le ofrecemos el oro y el moro, que si parece mentira que se quiera dar de baja, que nuestros operadores están muy ocupados tocándose el violón… Mientras tanto yo pensaba lo fácil que sería que el cliente se diera de baja por internet, entrando en la página web de la compañía, introduciendo su nombre de usuario y contraseña y rellenando un cuestionario. Si a través de esa página podía ver los recibos, hacer cambios en el móvil, aumentar las prestaciones de internet y muchas otras virguerías, no entendía que no pudiese uno darse de baja también por el mismo procedimiento, pero en la maldita web de la compañía no había nada de eso. Al fin, tras diez minutos de espera una voz, que parecía no robótica, tuvo la delicadeza de halagar mis delicados oídos.

¿Es usted el mismo imbécil que llamó hace diez minutos para darse de baja del WC? ¿Es que no puede usted llamar a otras horas? ¿Y por qué coño quiere darse de baja para dejarnos en paro? Abra la boca si tiene redaños…
Oiga, que yo no le he faltado el respeto, que sólo quiero… muy humildemente… borrarme de Vodastar porque, sabe, me he mudado de piso, a uno más barato y más soleado y la interné como que no la voy a usar ya porque tengo bajadas películas para aguantar dos años sin la cosa y el móvil tampoco lo voy a utilizar porque durante medio año estaré en silla de ruedas, un accidente de moto, ¿sabe usted?

Al otro lado del hilo telefónico ya no había nadie. ¡Pero yo necesitaba ese mismo día darme de baja! Volví a marcar el número de acceso a Vodastar. Reloj en mano fueron pasando los minutos hasta que algún alma caritativa se apiadó de mí.

Estoy sola y deprimida, señor, por culpa del síndrome posvacacional. Cuénteme su caso. Aproveche la ocasión porque dentro de quince minutos me releva el turno de noche y suele traer unas malas pulgas de narices. Ya le he oído que quiere darse de baja de la interné. Haga esto, lo otro y lo de más allá. Espere quince días y luego le cortarán la línea. Tendrá que pagar medio mes extra por la cara pero menos da una piedra.
¿Y qué hago con el router si ya no lo necesito? ¿Lo tiro a la basura?
¿Qué dice, señor? Aunque usted ya lo habrá pagado ocho o diez veces con las cuotas mensuales del año, el cacharro sigue siendo de la compañía. Vaya a una tienda de Vodastar y lo entrega.
Pero si el router es de la compañía, pregunto ingenuamente, ¿por qué no manda a buscarlo?
Porque para Vodastar usted ya no es un cliente, es un siervo de la gleba. Y si no lo entrega en tienda se lo cobrarán a precio de nuevo.
Me cae usted simpática y sincera, señorita. Devolveré los recibos y Vodastar se chinchará.
Es usted el primer usuario que no se cabrea conmigo, señor. Si no paga le escupirán, le amenazarán y la deuda irá creciendo y creciendo hasta que un mal día le llamen del juzgado y le hagan pagar hasta los intereses de demora. Se quedará usted en calzoncillos.
Pues si me lo pinta así, me acercaré mañana a una tienda, querida señorita. Perdone que se lo diga pero tiene usted una voz serena, dulce, alegre… Se nota que es una buena persona.
Me ha ruborizado, caballero… Es usted el primero que me dice esas cosas…
Ya me lo imagino, ya. ¿Y el móvil cómo lo convierto en inmóvil?
¿Me promete no enfadarse? No tengo más remedio que decírselo con todo el dolor de mi corazón.
Deme el disgusto aunque viniendo con la calidez de su voz seguro que hasta se convierte en una buena nueva. Señorita, ¿a qué hora acaba de trabajar?
Me quedan varios minutos. Volvamos al móvil. Mande una carta a la dirección que le voy a dar y envíe una copia de su DNI. Cuando a Vodastar le dé la gana tomará nota y en unos días finalizará el suplicio que ahora inicia. Ya ve, en los tiempos de interné, la web y hasta el teléfono, Vodastar se inventa la carta de toda la vida para así putearle aún más en la despedida.
Pues muchas gracias, señorita. No sé si tomará a broma mi proposición pero quisiera saludarla en persona e invitarla a lo que usted quiera. Estoy empezando a enamorarme de su voz y si usted es igual de linda …
El jefe, señor… acaba de entrar el jefe con cara de oso… viene hacia mí empuñando un cuchillo entre sus manos agarrotadas… Temo por mi vida, señor…
Pititiclink!

La maravillosa voz de la teleoperadora se desvaneció en el aire y se instauró el silencio. Un silencio tan brutal que empecé a escuchar mis propios latidos. Pensé que todo sería una broma aunque, la verdad, yo estaba hablando bastante en serio a aquella chica. Poco a poco empezó a apoderarse de mí un pequeño temblor de manos. No podía soltar el teléfono. No podía… Y entonces empezó a salir un hilo de sangre por el auricular. Sí, sangre, porque un enfermero como yo entiende de estas cosas. Un hilo de sangre que empezó a girar lentamente hasta adoptar una forma extraña en la superficie del teléfono. Yo diría que aquello era un corazón partido, roto…

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