HASTA EL GORRO DE LOS METEREÓLOGOS

Estoy hasta el gorro, hasta los higadillos y hasta el tupé de que los hombres y mujeres del tiempo me quiten uno de los pocos alicientes que suele traer cada día cuando amanece. ¿Qué tiempo hará hoy? ¿Ventolera, calorinas, cuatro gotas de aguachirle, neblinas? La emoción de comenzar el día mirando al cielo a través de la ventana o sacando la mano tímidamente para tantear la temperatura se está yendo a hacer puñetas porque estos metereologos modernos se las dan de muy listillos y, como están colocados en todos los medios de comunicación, sea escrita, radiada o internetera, nos inundan por tierra, mar y aire con sus pronósticos y adelantos climáticos sin posibilidad alguna de esquivarlos, salvo que andemos en plan anacoreta. Y, claro, joden la marrana porque a algunos nos sigue encantando descubrir el tiempo que hace y no que nos lo adelanten con una premura que a nada conduce. Así que en estos días de verano llevamos anunciadas varias olas de calor con el tiempo suficiente para que no nos pillen de sorpresa. Parece que estén sobornados por las compañías aéreas y de viajes: se van ustedes a ahogar en calor en la próxima semana, así que alquilen un hotel en Groenlandia y compren un billete en nuestra afamada línea área. Después resulta que el calor no llega a tanto pero como la gente ya estaba avisada, el personal pasa más calor que un pan cociéndose porque ya se había echo al cuerpo que iba atorrarse. ¡Ya está bien de tantas alarmas climatológicas! Haced como los economistas y contadnos las cosas cuando pasen...