Gracias a los descacharrantes anuncios, las vampíricas instituciones financieras (bancos y cajas) se convierten en altruistas oenegés a favor de los desvalidos y pobres de solemnidad; las grandes multinacionales de la energía, en idílicas empresas que convierten en lindas florecillas todo lo que mangonean de la Naturaleza; las telemierdas, en canales de cultura democrática en donde se forjan los genios de hoy y del mañana; las instituciones públicas más señeras (empezando por el “Gobierno de España”) en entes cercanos al ciudadano, preocupadísimos por su salud, higiene y confort material; en fin, los coches no son cuatro latas sino la esencia del placer o la aventura y las colonias (no veas la que nos espera cuando se vaya acercando la navidad) dejan de ser agua mezclada con un poco de química olorosa para convertirse en experimentos de sensualidad que nos llevarán al éxtasis.
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