Aborrezco a los videntes, a los predicadores, a los que quieren arreglar el mundo sin arreglarse previamente ellos, a los tontos del culo que se guían por la moda y los media, a los muertos de mente (discurso plano y nula imaginación), a los que creen que la verdad existe y que encima la tienen ellos, a los gilipollas que se van detrás de cualquier canto de sirena, a los se aprovechan de la bondad de muchos para sacar tajada propia, a los que piensan que la gente quiere basura en la mesa y en la pantalla, a quienes jamás olvidan y jamás perdonan.
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Si no fuese por la ingente cantidad de palmeros, babosos, fans, seguidores y otras ramas del compadreo, muchos de los carcamales, imbéciles o dictadorzuelos que rigen el mundo se irían a hacer puñetas. Sin lacayos es muy difícil hacer de jefe.
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