Blog personal crítico y variopinto (con música al fondo)

viernes, 15 de enero de 2016

INTERNET: A PASAR POR EL TUBO


Se estaba viendo venir desde hace varios años: el uso filibustero de internet por parte de la Administración pública, empresas privadas y destacados mangantes de medio pelo. Se trata de obligar a que todo el mundo tenga conexión a internet al igual que ya está obligado a tener una cuenta bancaria. Sacar un billete de avión o tren, una reserva de hotel o una consulta de movimiento bancario, o recibir en casa la factura del teléfono o el gas empiezan a ser tareas casi imposibles si no tienes contratada una conexión a internet y un ordenador que le saque partido.

Nadie ha legislado que un españolito en edad de merecer tenga que ser cliente a la fuerza de un banco pero todo quisque está obligado a serlo en cuanto tiene una factura que pagar o una nominilla de mierda que cobrar. De igual modo, sin violencia ni imposición aparente, se está obligando cada vez más al personal a que esté enganchado al uso del móvil (sin él eres hombre muerto), a una conexión internetera (sin ella eres un miserable ciudadano de tercera) y a una tarjeta de débito o crédito (sin la cual te están vedados algunos de los placeres de la tierra, por ejemplo, sacar dinero de un banco sin perder la mañana entera delante de una ventanilla).

En esta cuestión Hacienda ya ha dado un paso histórico: por ley (la que se saca de su propia manga), ha impuesto a los autónomos la obligatoriedad de presentar la declaración del IVA por internet. Así, con un par. Para que los que mandan y trabajan en esa santa casa no tengan que ver las caras de asco de los contribuyentes ni recibir queja alguna. Ese es el objetivo: tomar al contribuyente por una mercancía que no tiene cara, que no habla ni mira, y cuyo único derecho -¡encima que paga!- es cumplimentar a distancia un puerco programa informático cerrado y bloqueado para que así  no tenga ni siquiera la oportunidad de ciscarse en sus muertos y muertas. Hacienda quiere acabar hasta con el último derecho que le quedaba al paria contribuyente: la blasfemia, el jurar en arameo y el cabreo en vivo y en directo. ¡Qué bien les viene internet a estas sanguijuelas de lo ajeno!  Siempre, claro está, que lo ajeno sea un honrado autónomo o un decente trabajadorzuelo de nómina. En caso contrario Hacienda y la madre que la parió mira para otra parte o es incapaz de actuar, lo cual bastaría para echar a la calle a todos los que la mangonean. Que la economía sumergida en España equivalga a un 25 % del PIB parece que a los tipos de Hacienda no les provoca úlcera de estómago.

El gran invento de internet va a conseguir mejorar la peculiar y tradicional ley española del embudo. Cada vez más los parias estaremos obligados a usar la vía telemática en todo aquello que les interesa a los sátrapas de turno. En otros casos las cosas de palacio seguirán funcionando como siempre: pruebe a darse de baja de un servicio a través de internet a ver si le dejan... Pruebe a quejarse ante una administración pública o privada a ver si encuentra alguna hoja virtual de reclamaciones... Pasados sus primeros momentos de gloria, internet está quedando al servicio de los canallas de siempre.


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