Es encantador comprobar el exhaustivo numero de informes, libros y catequesis que, desde las tarimas universitarias, realizan catedráticos y profesores a dedo en torno a la realidad escolar de colegios e institutos, normalmente para poner a parir dicha realidad o para sugerir propuestas angelicales. Más encantador aún es comprobar las ridículas ocasiones en que se autoanalizan y se ponen a parir ellos mismos, es decir, en que ponen su "critiquísimo" punto de mira en el medio ambiente que mejor deben conocer: el universitario. Muchos afirmamos que apesta y que necesita una reconversión en profundidad pero ellos, los que pululan por ese lugarejo de alto copete, no tienen narices para denunciar lo que falla, quizás porque sus egregias napias están acostumbradas al mal olor imperante. Por eso, no les veremos darse golpes de pecho por el desastre universitario que tenemos (donde ellos sí tienen mucho que decir y hacer) y sí por esa escuela de mierda que fracasa todos los días y esos maestros anquilosados en sus cuitas diarias. Deberían aplicar más rigor a lo que conocen mejor -su trabajo, sus pobres resultados académicos, su universidad- y, luego, tras ver la paja en el propio ojo, comenzar a meterle el dedo al ajeno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Estos prepotentes profesores universitarios no ven tres en un burro fuera de su secta universitaria.
ResponderEliminar