Gabrielle Aplin es una británica que a los quince añitos ya escribía y grababa canciones pues en su casa -un poco hippy- la música era el centro de toda la familia. Así que la moza salió lista (otros, con tanto machaqueo musical, salen tontos), y desde entonces no ha parado de subir escalones en la dura y exigente escalera musical del éxito. Con 20 añitos y esta canción (corría el año 2012) ya consiguió auparse al primer puesto de la lista británica de singles. O sea que la niña prometía, la moza ha demostrado que vale lo que prometía y, si tiene suerte y no hace tonterías (o sea, no se lo cree) lo mismo alcanza un futuro aún más prometedor aunque ya sabemos que en estos idiotizantes tiempos mantenerse en el candelero y candelabro es muy difícil pues hoy priva el "usar y tirar" y muchas promesas acaban al final con el síndrome de la gaseosa: arrancan con mucha fuerza y acaban aguándose. Esperemos que no sea este el final de esta genialoide mozuela tan cantarina.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.