El mundejo del fútbol es el nuevo opio del pueblo. Hay gente que le tiene tal adicción que riámonos (je, je, ji, ji) de la que produce el tabaco, el alcohol y el hachís... ¡juntos! Lo que es un juego más bien anodino y aburrido por arte de la cosa politiquera y económica ha devenido en el rey de los deportes y del mambo. Naturalmente no es por casualidad: en los estadios en los que se proyecta caben grandes masas (y la masa es, por definición, muy dosmesticable) y tanta gente poniendo pasta gansa es garantía de negocio y trinque.
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El opio del pueblo, sí señor. Y la marijuana, y el alcohol, y el tabaco y el hachís... Todo junto. Y últimamente hasta la bancarrota.
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